LA NEGOCIACIÓN
Iliana Muñoz
"Entre los hombres no se necesitan sino farsas,
porque todo es una comedia"
Servando Teresa de Mier, epígrafe de 1822, de Flavio González Mello
El triángulo es la figura clave de la obra más reciente de Flavio González Mello. El autor y director tiene la habilidad de plantear la situación dramática desde el inicio y sostener diversos arcos de tensión.
La negociación es el encuentro entre una expareja conformada por Lorena (Mariana Gajá) y Pepe (Moisés Arizmendi) que tras un áspero divorcio, se vuelve a ver. Su hijo adolescente ha sido secuestrado. Se pide un rescate por él y ante la desesperación llaman a un negociador, Ríos (Enoc Leaño), el conformador del triángulo dramático.
La obra empieza a gritos en la puerta de la casa de Lorena. Los reclamos entre Pepe y su exmujer se sienten desfasados, los actores no parecen corresponder a la gravedad que plantea la ficción. No se escuchan, contestan por memoria y no por reacción. A pesar de ello el público no puede sino entregarse a la pieza. Y esto parece ser obra de la maestría de González Mello como dramaturgo, quien usa una vez más el humor y su análisis de la naturaleza humana para exponer una situación espinosa de forma hilarante.
Mariana Gajá logra ser convincente en los momentos iracundos de su personaje, y Moisés Arizmendi se queda distante de lo que el estado de cosas requiere. No es claro si es una herramienta o una carencia de dirección el que, por momentos, ambos actores parezcan alejados de la situación dramática.
El secuestro como detonador, sirve para establecer otros triángulos intangibles, como el que se establece entre la pareja y el amor que un día se tuvieron, entre ellos y su hijo, entre ellos y los secuestradores, y aquel que se crea en el convivio teatral. Por medio del proceso de negociación nos enteramos de infidelidades, del juicio de divorcio, de sus deficiencias como padres, de los deseos, rencores, valores y temores de cada uno.
Flavio González Mello ha transitado con los años de lo general a lo particular; de lo histórico en 1822 a lo familiar en El padre pródigo, y de ahí a la pareja en La negociación. Si al ver 1822uno rememoraba a Moliere, con La negociación se viene a la mente Un dios salvaje, de Yazmina Reza. En ese tránsito ha conservado el humor como caballo de batalla y ha pulido sus recursos.
Siempre hay un personaje “bufón” en las obras de González Mello. Mier en 1822, el padre en El Padre Prodigo y Ríos en La negociación. Es un anticoro, que exhibe en acción el pensamiento sarcástico sobre la sociedad. En La negociación, Ríos está inmerso, pero sin apego emocional. Él sale huyendo del ambiente diagnosticándolo más tóxico que una casa de secuestro. Enoc Leaño personifica de manera caricaturizada, pero coherente, a este ser.
La boca escena es iluminada con minimalismo y brillo. El juego de oscuridad y luz al final es tan efectivo que produce un efecto mágico de transición espaciotemporal. Jorge Kuri está a cargo de la iluminación y la escenografía, la cual concentra en la sala-comedor toda la tensión. Otro elemento de sostén en lo invisible es el diseño sonoro, a cargo de Daniel Hidago, que está conformado por las llamadas telefónicas con el secuestrador (Dagoberto Gama) y sonidos de ambientación.
El secuestro, que desafortunadamente es un crimen con el que el espectador mexicano está familiarizado, es conducido con proeza por González Mello quien usa la comedia como un arma para poner el dedo en la llaga en aquello que duele como sociedad. Las carcajadas que estallan en la audiencia cargan dolor y acidez como vehículo de catarsis.