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Ágora

[Qué hacer con tus macetas rotas]
Iliana Muñoz


Ágora es un término griego que significa asamblea del pueblo. Viene de ageirein¸ que significa ‘reunirse’. A su vez, de la raíz ger, juntarse. De Grecia, también heredó nuestro presente la democracia y el concepto de teatro occidental.


Es así que es más que adecuado intitular Ágora al performance-conferencia que Manuel Ulloa Colonia presentó en el Teatro Santa Catarina. La pieza artística original, ‘Some use for your broken clay pots’, es del artista suizo Christophe Meierhans (1977), quien hizo una investigación, propuso una constitución para un sistema democrático alternativo, y diseñó un performance donde explicaba dicho sistema.


Al parecer Ulloa fue tocado por el performance y la propuesta legislativa de Meierhans, al grado de decidir traducir, adaptar y montar el performance en México, así como traducir la constitución y buscar su pronta publicación en español por medio de su compañía y editorial, Le miroir qui fume.


El performance-conferencia es un género extendido en las artes visuales. Es satisfactorio ver que Teatro UNAM abre sus puertas a dichas formas de convivencia, que no necesitan de la ficción para hacer uso del escenario. Ulloa Colonia es presentado por un técnico del teatro. Se les indica a los asistentes que pueden increpar la asamblea en cualquier momento, haciendo uso de los micrófonos repartidos entre la butaquería.

El performer comienza su exposición sobre el sistema democrático alternativo que tiene la particularidad de no requerir elecciones, sino un sistema en el que los ciudadanos tienen el derecho a descalificar a cualquier funcionario público una vez al año. Si el político en cuestión alcanza una tasa de desaprobación del 100% (equivalente al número de ciudadanos con derecho a participar), tiene que dejar su puesto. El sistema requiere una participación ciudadana activa, consciente e informada.


Dado que se les dijo a los espectadores que podían opinar en cualquier momento, son varias las manos que piden ser escuchadas. Dudas, oposiciones, confusiones, son manifestadas varias veces. Ulloa Colonia pide paciencia, responde brevemente, a veces no contestando realmente la participación en cuestión, prometiendo que conforme avance la exposición se aclararán las dudas.


Fue estimulante ver cómo el dispositivo escénico creado por Meierhans y replicado por Ulloa Colonia, fomentó la discusión, el pensamiento y participación activa de los asistentes. Muchos de ellos, en este caso, eran estudiantes universitarios, con opiniones y preguntas articuladas que no hallaron respuesta, puesto que el sistema propuesto tiene muchos huecos y halla, particularmente en nuestro país, obstáculos que imposibilitan su instauración.


Manuel Ulloa Colonia, con lavalier y proyector de diapositivas, se ve convencido del sistema utópico, pero carece de poder de persuasión. Pareciera que la esperanza lo hace sordo. El performance original fue creado en Bruselas, que tiene características muy diferentes a México. La adaptación quizá requeriría una contextualización consciente de la sociedad en cuestión. La estructura de la pieza es fallida pues no da tiempo para que el sistema se explique y el público opine en extensión. Como sea, es meritorio el empeño de Ulloa y la creación de un dispositivo escénico en el que la gente pueda opinar, pero también decidir dejar la sala ante la frustración, el aburrimiento o la impotencia. Esto rompe per se, el sistema opresivo del teatro donde el espectador pareciera obligado a quedarse hasta el ritual de los aplausos. La propuesta no sólo problematiza el sistema político sino el teatral, y eso es loable.

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